ADVERTENCIA: Antes de leer, ver la presentación del enlace a continuacion
http://oceanologia.ens.uabc.mx/aformar/documentos/presentaciones/tuxpan/17.%20Parabola%20de%20enfoque%20por%20Competencias.pdf
A
raíz de este muy gracioso ejemplo quisiera hoy- si se me permite – realizar una
pequeña reflexión sobre él. El humor siempre ha sido una manera-muy sana por lo
demás- de analizar la realidad. Se dice de una sonrisa que es más económica y da
más luz que una bombilla o el mismísimo Chaplin, nos sugería sonreír frente a
un corazón adolorido o roto. Es una manera de liberar tensiones e incluso de
introspección, pues cuando uno se ríe de sí mismo, surge una bella manera de
revisarse y crecer. Creo que esta presentación trata de eso, de enfocar las
cosas con humor, pero sobre una realidad paradójica. Justamente lo que produce
la sonrisa en él, es lo absurda de su
situación, pero sin embrago, existe.
No
puedo averiguar su procedencia, pero por algunos conceptos diferenciados,
adivino que no es chileno, sin embargo, me río y se ríen mis compañeros
chilenos y ven reflejada su realidad en él, lo cual nos demuestra que no es
solo una realidad nuestra y tampoco sólo la de ellos. Pareciera una tendencia…
una triste. Y sí observo bien, me doy cuenta que su lenguaje altamente tecnificado, es un
lenguaje reciente, actual, casi cotidiano, lo que nos indica su vigencia; tendencia… vigencia… triste.
Su
presentación es en forma de parábola, un relato simbólico que busca un
aprendizaje, es didáctico, es pedagógico, es nuestro lenguaje, pero ¿qué busca
enseñar?
Su
protagonista no es cualquiera; figura de la cultura hebreo occidental por
excelencia, representa al “maestro” ; y
maestro es alguien que por esencia, enseña o mejor dicho, del cual podemos
aprender… si queremos.
Es
muy común asociar a la labor del profesor con ciertos rasgos simbólicos de la
vida de Jesús, sacrificio, vocación, redención, modelo, “la otra mejilla”,
evangelización, amor incondicional, entre tantos otros y acá de maestro,
nuevamente es sacrificado. No quiero aquí rescatar una lección moral, si no
simbólica, la del inconsciente colectivo, sobre todo el sudamericano y en la
que el trabajo del profesor se convierte casi en un “apostolado” y que como tal
permite soportar, tolerar, cargar, sacar adelante de manera abnegada, cualquier
cosa y… ¿cuál es su límite?...¿ el cielo?
Nuestra
historia no es solo paradójica por la absurda tecnificación de las exigencias
pedagógicas solicitadas sino también por la tolerancia de los docentes a ese
absurdo.
En
esta parábola, Jesús no se retira debido a sus discípulos, ellos son su razón
de ser, no existiría sin ellos, se retira por no poder demostrar… lo que en la
actualidad, en sociedad de mercado y de la información, globalizadas, híper - tecnologizadas,
podríamos considerar la máxima aproximación a la perfección divina… la calidad.
Sí
alguna vez, la obsesión en las ciencias sociales fue la “objetividad” como búsqueda
y dogma de la perfección “divina” de las ciencias, ahora, en la era de la
información, sin tiempos ni límites, es la calidad. Es la misma búsqueda, la
misma obsesión y probablemente los mismos quienes las exigen.
Esto
nos lleva a la evaluación, de la cual no discreparé aquí como disciplina ni de
su labor especifica en la educación a modo general, sin embargo, no puedo dejar
a estas alturas- reiterar- algunas consideraciones, sobre todo, porque lo que
sucede en la presentación que ahora evocamos ocurre y muchas veces ni siquiera
es una exageración.
La
calidad en la educación, pretende ser visto como un producto, un resultado
final. Es un tema sensible pues en educación quienes la carecen, por lo general,
son los grupos sociales desposeídos y marginados, no es pues de ningún modo la
idea de privarlos de los beneficios más excelsos de ella, sin embrago, este
bien ha sido usado como quimera, primero porque al ponerlo como un fin, busca
la inmediatez de un resultado que solo vale en cuanto se pueda medir. Espero
que todos entendamos que limitar la educación a algo que solo sea medible es de
un reduccionismo inconmensurable. Por otra parte, centra el foco en la medición
de la calidad y en todos el aparataje sistémico para controlar “el proceso” que
supuestamente permite esa calidad, obviando lo central que es, la desigualdad
social que existe y sobre todo lo que la provoca.
La
educación es una solución real para la superación de la pobreza y la
marginación, pero no es su causante, ni la consolida ni es la base de la
injusticia social de un país. Creerlo es caer en el dislate del control, en la búsqueda
obsesiva del culpable, en la infrenable burocratización de las evidencias, en
la objetivación del docente y lo que es peor, es considerar a los alumnos como
sujetos productivos.
Debemos
por lo tanto ser cuidadosos con la evaluación, con sus fines y objetivos, pues
sin corazón ni pensamientos propios muchas veces sirven a la lógica
tecnocrática antes descrita.
Vuelvo
a la graciosa presentación, que nos motiva hoy, en la que Jesús, como profesor
de nuestros días, prefiere “renunciar” o es “martirizado” con una lluvia de instrumentos
técnicos pedagógicos dentro de una lógica evaluativa de desempeño, por quienes finalmente
no creen en su labor, en su razón de ser, en su sentido de maestro profundo, en
su real labor pedagógica, porque no la controlan, no tiene límites y tiene el
secreto misterio de la vida, de burlarnos de nosotros mismos y de hacernos sonreír.
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